Despertar a la vida

15 enero 2011 | Sin comentarios »

No son fallebas que aseguren las ventanas para que la vida no se escape,

ni óbolos que sirvan para pagar el flete del alma al buen Caronte,

pues la sangre aún bulle en mis entrañas a borbollones como entonces.

El plomizo peso que inmoviliza mis párpados es el consentido sueño

y un agotamiento por el gozar de hace unas horas, que aún perdura.

No está del todo el cuerpo invadido por la nada. No es difunto.

Ni llena la muerte enteramente la estancia en que aún hay vida.

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Como humo se irán: los fumadores y las leyes

7 enero 2011 | Sin comentarios »

Por Aquilino Quintás

-Hoy me he tomado el café en la calle. ¡En la vida había pasado tanto frío!

Ese es el comentario que, caminando ayer por Madrid, se escuchaba en un paso de peatones, en el autobús, en el metro. El refrán “más vale humo que escarcha”, ya no sirve. El Gobierno se ha empeñado en ir desterrando a los fumadores de todos los lugares comunes con el fin de que no contaminen el ambiente, y a quienes lo frecuentan. Yo, que soy exfumador desde hace muchísimo tiempo, no tendría que sacar la cara por los fumadores, sobre todo porque parece ser que los «ex» son muy intransigentes, en su mayoría, quizá debido al síndrome de abstinencia, y yo no quiesiera serlo.

Anoche vi un programa en la tele, de esos de tertulia, que constaba de cuatro personas: tres hombres y una mujer; más el director moderador. El primer contertulio, empezando por la izquierda, según miraba yo la pantalla, presumía de condescendiente por haber asistido, en tiempos, no dijo si lejanos, a sitios donde la gente fumaba y el pululaba entre ella sin acusar molestia alguna, sin reproche. Es más, reconoció que sentimentalmente echaba de menos el olor a tabaco que impregnaba aquellos ambientes. No estaba de acuerdo con la ley de prohibición que ha impuesto el Gobierno.

La siguiente era la mujer. Esta confesó no haber fumado nunca; no agradarle el olor a tabaco; molestarle el humo exhalado por lo fumadores, tanto fuera de cigarrillos, puros o pipa, en ambientes cerrados, o andando por la calle; y estar completamente de acuerdo con la prohibición del Gobierno. El tercero fue el moderador, del que no recuerdo si estaba a favor o en contra, ni si fumaba o había fumado. Fue moderado moderador. El cuarto era un exaltado fumador que repetía que, como era demócrata, aceptaba la ley, pero que no estaba en absoluto de acuerdo en la forma de imponerla. Dejaba claro, este personaje, que lo que le gustaría es que hubiera permiso para fumar en todos los sitios, y libertad para que, el que no quiera humos, se vaya a la calle. Todos le increparon porque, como lo denunciaron ahí, además de mirar sólo para sí no se tragaba el humo. O sea, era un claro agente contaminador sin riesgo para él; era un botafumeiro. Uno de esos individuos que practican sexo con los ojos cerrados, un onanista exhibicionista. El quito en discordia, con el que se encaraba el anterior, no fumaba. No me quedó claro si lo había hecho antes, creo que no, pero ya no lo hacía y no le importaba que la gente lo hiciera. Estaba de acuerdo, relativamente, con la ley. Pero le parecía demasiado intransigente.

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Feliz Navidad

24 diciembre 2010 | Sin comentarios »

“Como te lo cuento”

Por Carolina Azcarla

Es la fecha, sí, pero no por eso, o no solamente por eso, felicito (Navidad, Año Nuevo, Reyes: Pascua al fin) aquí, hoy, a todo aquel que se lo merezca. Y el recurrir al tamiz merecimiento no es por la soberbia de creerme el fiel de la balanza de lo justo o injusto; de lo bueno o malo; de lo correcto o incorrecto ¡allá cada cual con su conciencia!, es por la incondicional postura de mi ser.

Tiempo ha, se colapsaban las estafetas con la miríada de tarjetas y cartas petitorias de felicidad que las gentes se mandaban entre sí, en estos días. Tenía aquello el calor de lo cercano, la ventaja de que, aunque el soporte donde cada uno dejaba escrito los sentimientos que enviaba a la persona escogida estuviera tirado en ciclostil, recibiera el elegido el mensaje escrito de puño y letra de quien se lo enviaba, quedando así reflejado, en cada caso, el estado de ánimo que motivaba el destinatario.

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Balbín tiene la clave

27 noviembre 2010 | Sin comentarios »

Por Aquilino Quintás

No suelo hacer referencia en este blog de textos publicados por comentaristas en otros medios. Sólo rara vez y por motivos justificadísimos se ha dado fiable recomendación de alguno. Pues bien, hoy es una de esas veces. La opinión que, desde “El periscopio”, vierte José Luis Balbín en una columna publicada en el Abc del 26 de noviembre con el título de “¿Dónde está el moderador?”, es un alegato de crítica a lo que se está viendo y oyendo hoy en las cadenas de televisión (y emisoras de radio –esto lo añado yo-). No sé si Balbín recurre a la clave que utilizó hace ya un par de décadas para criticar los espacios de debate televisivo, pero lo que sí sé es que acierta de lleno cuando de los moderadores de esos programas (y le atribuyo que se refiere a la mayoría, no a todos) dice que no tienen ni gracia ni ingenio. Y señala que dichos moderadores no saben moderar, sino hostigar e insultar hasta llegar a la humillación de la víctima propiciatoria. Pues estoy completamente de acuerdo con su apreciación.

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