El mar; la mer; la mar de merde
21 junio 2010 | Sin comentarios »Aunque sé cómo, no sé exactamente por qué (o sí) estoy aquí en la orilla del mar, vaya un tostón… Pero dejaré los tostones para el Cándido de Segovia e iré a lo que aquí reclama mi atención: esa inmensa masa de agua verde azulada que en la lejanía se diluye con el cielo y en la cercanía, en la orilla, es traqueteada por el viento, contra el muelle, haciéndola acunar toda materia flotante que le es ajena. Y el mar, al mecer de continuo tanta materia extraña, quizá la integre en su paisaje, pero no la hace suya, no se funden ambos cuerpos formando uno solo. Les sería imposible, aun disponiendo de todo el tiempo de todos los mundos.
Luarca está preciosa hoy. Ha salido recién lavada y airosa de las tormentas que han anegado el norte de España. Y precisamente hoy, domingo 20 de junio, ha amanecido bañada por un sol desafiante a cualquier reminiscencia del recién pasado mal tiempo. El sol calienta el rostro de la gente, mientras ésta se viste de entretiempo todavía. Da gusto pasear por el espigón y por el faro con las manos metidas en los bolsillos, la mirada en las olas y la imaginación en el infinito. O en el recuerdo.