El «Rerum novarum» de Benedicto XVI

23 noviembre 2012

Como los caminos del Señor son inescrutables habremos de tomar las declaraciones hechas en su último libro por el Papa Benedicto XVI como palabra de Dios, sin siquiera peguntarnos el por qué no están avaladas por la iconografía de siglos. La razón no parece que las avale mucho. Porque a razón de qué viene ahora Su Santidad, después de dos mil y pico años y no habiéndole aplicado el carbono 14 a su espíritu –al cual reconozco omnisciente- diciendo por escrito que en el “Portal de Belén” nunca hubo un buey y una mula que caldearan el ambiente para cuando naciera El Salvador. No dudo de que el Papa, que despacha con Dios todos los días, pueda tener acceso a esa información. Pero de lo que sí dudo es de que el Uno y El Otro quieran perder ni un segundo, por muy dueños de la eternidad que sean, en esa menudencia, con la que hay montada en el Vaticano con sus luchas de poder.

 No sé lo que pasará en el resto del mundo por esta revelación, pero aquí, en España, ya estoy viendo a toda las figuritas de los belenes saliendo en manifestación para que se vuelva a incluir a la mula y al buey en la formación del Belén, reconociéndoles los derechos adquiridos por tantos siglos de representación. Saldrán desde la Plaza Mayor hacia todas las iglesias, donde se encontrarán piquetes de huelga formados por fariseos que dirigen Nerón y Barrabás. Y nos llenarán las calles de cagarrutas de oveja, cántaros rotos, zamarras desgarradas,… y gritarán “Que se vaya el césar y dimita la alcaldesa”. Y los pobres caudrúpedos, la mula y el buey, se verán expulsados del “nacimiento”. Y no podrán denunciar a nadie porque no tendrán dinero para pagar las tasas y enriquecer así, aun más, al acaparador de todas las monedas: a Judas.

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