La rebelión de la masa contra “La rebelión de las masas”

19 mayo 2011

Por Aquilino Quintás

Ya nos los previno Ortega en su libro, y el tiempo le ha dado la razón. La sociedad, democráticamente correcta en lo que a política se refiere, se ha vuelto políticamente incorrecta en lo que a democracia se refiere. Las masas, el hombre-masa como prototipo de la sociedad, se han deteriorado, se han corrompido de tal manera que se han desligado de los problemas de los menos afortunados; de la mayoría. Su prepotencia les ha servido para inhibirse del común de los mortales.

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La vox populi, con una jerga para desposeídos, empezó a etiquetar a unos grupos creados por el obligado desarraigo que les impuso la masa dominante escudada en la situación socio económico política del país. Así nacieron los parados, los emigrantes, los indignados, las mujeres maltratadas, los desahuciados, los prejubilados, los despedidos, los nini, los botelloneros, los okupas, los políticamente defraudados –que son la mayoría–, los…, como grupos sociales que están ahí, pero no por no estar cualificados para desarrollar una actividad productiva, sino, sólo y llanamente, para que le cuadraran las cuentas a algún aprovechado. Nacieron un sinfín de tribus, aceptadas e ignoradas, que sólo interesan a los gobernantes para que llenen la urna con los votos que les han de mantener en la poltrona. Esa es la triste realidad.

La culpa, ineludiblemente, es del Gobierno. Cómo no, si es el que manda. Pero creo que sería igual con cualquier Gobierno, fuese del color que fuese, porque pienso que el problema quizá esté en la falta de valores de los individuos, en el deterioro de la raza. Es la pescadilla que se muerde la cola: los políticos se corrompen, y su ejemplo corrompe al pueblo; y el pueblo corrompido solo piensa en imitar a los políticos en su corrupción blindada, en vez de derrocarlos y formar un gobierno de verdad para todos. Vulgus veritatis pessimus interpres.

Lo que ha surgido estos días pasados, “El movimiento 15-M”, es el principio de algo que aún nadie sabe cómo terminará. Es sólo la punta del iceberg, una pequeña muestra de la gran masa sumergida que lucha por salir a flote. Una masa cuya frialdad va a dejar congelado a más de uno. Ha surgido en Madrid, y las ondas que ha formado han llegado a Barcelona, Valencia, Bilbao, Palma, Granada, Vigo y Santiago. Han sido ondas para la cibernética transmisión del mensaje: Desposeídos de la Tierra, uníos.

Los poderes fácticos no han tenido el pulso necesario para sujetar del bozal a ese caballo tan espoleado por ellos, y evitar así que se les desboque. “Una camisa de fuerza puesta a un hombre sano tiene la virtud de volverlo loco furioso”, dijo Ortega. No han contado con la desesperación incontenible de la gente sin trabajo, con la valentía que da el miedo a los seres desprotegidos, con la rebeldía de los jóvenes sin futuro y casi sin presente. Y tampoco han contado con esa cosa, que ellos utilizan a diario para su autobombo, que se llama Internet. No han precavido el poder de convocatoria y movilización social de La Red y se han visto abrumadoramente acosados por una miríada de gente que protesta. En Madrid, dicen, unos nueve mil seres llenan la Puerta del Sol cada día, vigilados por Carlos III que, con despotismo ilustrado, mira y calla.

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Y ahora qué. Si viviera Tierno Galván, saldría al balcón de la Casa de Correos y arengaría a los asistentes al acto: “El que no esté colocado, que se coloque… y al loro”, con lo que se quitaría de un plumazo a todos los parados. Al no estar él, se me ocurre que la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre, aproveche, como tiene por costumbre con todo lo que le viene a mano, el mogollón de gente y el lugar en donde se encuentran para adelantar la Nochevieja. Que anuncie después a todo el personal concurrente que el acontecimiento va a ser presentado por Belén Esteban y Jorge Javier Vázquez y ya verá cómo, en un abrir y cerrar de ojos, se queda la plaza desierta. Seguro que todos saldrán corriendo hacia Moncloa, que es donde tuvieron que ir en un principio, porque saben que allí pueden pedir lo que quieran, que les darán las uvas.

Está bien la democracia. No entiendo otra manera de gobernar un país. Pero que sea una democracia aplicada sólo a la política, nada más. Para el resto de materias deseo la excelencia del individuo, sin nada que los iguale y los vulgarice. Y la democracia en la política que sea seria y honrada. Que desaparezca de una vez el compadreo de los partidos con los votos, para que los demócratas votantes no se vean engañados al verse excluidos después de una victoria de su partido; ni haya nadie ensalzado al poder si no ha sido respaldado por una mayoría de votos. Ya está bien de sufrir a esos llamados partidos bisagra, que no son otra cosa que unos aprovechados que sólo quieren vivir del cuento, amarrados fuertemente a la poltrona.

Se llama Democracia Real YA. Conocido como DRY, es el movimiento social que puede mover más masa humana de indignados en el menor tiempo. Sólo parados hay cuatro millones; entre ellos, los jóvenes, que sufren un 44 por ciento de desempleo, emigrantes y otros del país a los que Zapatero aseguró un puesto de trabajo y ahora se ven engañados; más los despedidos por algún ERE que el gobierno ha propiciado o ha hecho la vista gorda sin importarle el deterioro moral del trabajador ni el gasto que suponía su expulsión de la cadena productiva al resto de la sociedad, vía Seguridad Social. Pues a DRY se le han unido ya un montón de redes que distribuyen información y convocan a la protesta. Esto que ha empezado no acabará hasta que no se consiga que cambien las normas que rigen ahora la sociedad. Aquí y en otros países del mundo, pues su repercusión es inevitable. Los políticos, de uno y otro signo, están, entre sorprendidos y extrañados, pensando que se van a poder aprovechar de esta movida para captar votos. Creo y espero, que no sea así. Creo que se va a votar menos que nunca porque ellos, los políticos, han obligado a esa abstención que sufriremos todos. Pero también creo que les servirá de lección, pues –volviendo a Ortega y a su “Rebelión de las masas”– “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”.

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