Ni pan ni toros

29 julio 2010

“Pan y toros” es el título de una obra en la que Eugenio Noel ­—periodista bohemio, de ideología republicana, socialista y antitaurino recalcitrante— nos muestra unas cuantas crónicas sobre las injusticias sociales y la visión que captó de España en aquella época.

El “Ni pan ni toros” puede ser también el reflejo de la España de hoy y de mañana. De la España que están forjando un conjunto de estridentes necios respaldados por los políticos que nos gobiernan que, por el trapicheo de unos votos, dejan hacer todo lo que sea con tal de seguir en la poltrona. Ya lo avisó Mayte Alcaraz en sus “Pecados Capitales” (ABC 21/8/2005)  al definir a “esa raza dominante: los gobernantes” como insaciable devoradora de votos para mantenerse en el poder.

La última payasada de los susodichos ha sido la prohibición de las corridas de toros en toda Cataluña. Con dicha prohibición, una vez más, una mayoría se ve maniatada y oprimida por una minoría que resulta ser mayoría. La congruencia de lo incongruente.

Y eso lo hacen argumentando la crueldad que son las corridas de toros para los toros cuando está claro que lo que subyace en sus actos es el separatismo, el querer desligarse de España, de eliminar todo lo que huela a español (no sé a qué olerán ellos) y suprimirlo de la Historia. En otro tiempo los dio por el toro de Osborne ­—¿recuerdan El toro del Bruc?—, y se empeñaron en no dejar en pie ni un toro de los que se veían por las carreteras. Pues seguro que los que están ahora dando caña son aquellos mismos gamberros, a los que no se les dejó bien tundida su indolencia, y algunos amigotes parados más, todos unos “esaboríos que andan en dos pies por no matar a su madre de un disgusto”; por traer de nuevo a Noel.

La prohibición ya está hecha. Claro que a ellos no los ha de importar porque durante la función en el Parlamento catalán se descubrieron un don Tancredo, algunos monos sabios, varios dominguillos, muchos payasos y público vociferante, con lo que siempre que quieran pueden montar otra charlotada.

Y por salirme del pensamiento popular diré que la culpa de esto no la tiene Zapatero, la tenemos todos los españoles por no haberlo nombrado, al igual que se le nombró responsable del Consejo Superior de Deportes (por lo que ganamos el Mundial), responsable etc. etc. de asuntos taurinos, con lo que no se habría tocado para nada lo de los toros. Y Rodríguez Zapatero entraría orgulloso (como llevando la Copa, igual) en Las Cortes haciendo el paseíllo vestido de torero; con la capa al hombro, ceñida la taleguilla y saludando sonriente a los tendidos. A ver quien iba a decir de él entonces que no tiene luces.

  1. Un Comentario a “Ni pan ni toros”

  2. Por Samuel el 29 julio 2010

    Ya se que vuestra recalcitrante mentalidad autoritaria y refractaria a los valores democraticos no os permite entender a la sociedad catalana.Esos políticos catalanes son los representantes legitimos de los ciudadanos de Cataluña.Ahora van a celebrarse elecciones al parlamento catalan.Que los partidos taurinos partidarios de la tortura animal como diversión concurran pidiendo el voto contra la prohibición y despues que cada uno saque sus conclusiones.Y por cierto,no teneis ningun derecho a capitalizar el abstencionismo electoral.Los ciudadanos que deciden no ejercer su derecho al voto lo hacen por que quieren,no porque no los dejen.Por lo tanto hay que aceptar que esas fuerzas politicas son la representación democratica del púeblo de Cataluña.
    Yo solo os digo una cosa,seguid por ese camino de injurias,calumnias,odio xenofobo e incomprensión hacia Cataluña porque estais acelerando a un ritmo vertiginoso el proceso político de emancipación catalana.Y no es que la mayoria de los catalanes no quieran ser españoles,es que simplemente no los dejais serlo y allí ya os ven a España como una carga,un freno,no ya a las aspiraciones identitarias sino al propio progreso economico,social y moral de una sociedad que contrapone lo que ve en la Europa civilizada con lo que pulula por la España celtiberica y carpetovetonica.El que tenga oidos que oiga…

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