Rojo, azul, igual da

25 junio 2010

La roja, en fútbol, fue siempre una tarjeta de amonestación. En España, no. En España, la roja (aunque hablemos de fútbol), es un grito, una empresa, una ilusión, un banderín de enganche. Un invento de márketing para darle a España una referencia colorista.

Me gustaba más cuando se gritaba ¡España! que ahora cuando se grita ¡La roja! Y no soy niño de la guerra ni un aprovechado chupalápidas de la memoria histórica. Es que me gusta llamar a las cosas por su nombre. Pero aparte de todo eso, y gracias al márketing, se han vendido más camisetas rojas de fútbol que libros en la pasada Feria del Libro (bueno, e imagino que durante todo el año). Pero volvamos a la magenta representación de la furia española.

España salió al campo en su primera aparición toda de rojo, como Caperucita, pero se le apareció el casi estepario lobo suizo y se la merendó de una tarascada. En su siguiente aparición salió roja y airosa, por no meterse en honduras. Y hoy aparece por tercera vez como participante de este deporte pedestre por antonomasia. Pero hoy, ¿dónde el márketing? No vestirá de rojo, sino de azul.

Otra vez las dos Españas. Si gana este difícil partido de hoy, ¿será por haber cambiado de bando?  ¿Se le dará un nuevo título acorde con su color, ¡La División Azul!? Y si pierde, ¿se dirá de ella que eso le sucedió por no mantenerse roja hasta el final?

Pienso que tanta inestabilidad con el pantone va a terminar por fastidiar a más de un daltónico, en beneficio de los verdes. Esto antes no pasaba. Y es que con Franco este Mundial no tenía color.

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